La Meditación





En esta sociedad en la que bebiendo de las fuentes de Freud engrandecimos la palabra y aceptamos la psicoterapia como parte de la búsqueda cotidiana de la salud, nos encontramos en una especie de callejón sin salida en la que el diccionario de emociones parece haberse quedado obsoleto e ineficaz. 







Mientras el tecnolenguaje se ha desarrollado a la misma velocidad (o más) que la misma tecnología, las emociones se han quedado acepciones que las adecuen al funcionamiento vital actual. Por ello, antes de quedarnos a la espera de nuevos términos que acuñen las vivencias existenciales actuales, la salud mental vuelve la vista atrás hacia métodos que ensombrecidos por la terapia de la palabra y el raciocinio nunca carecieron de efectividad.


Así, terapias como la Danza Movimiento Terapia, el campo de lo Psicocorporal o las terapias artísticas han adquirido un nuevo eco con la misma finalidad de siempre, cuidar al que pide cuidado. La cuestión está en que estas terapias hiladas al cuerpo, mantienen un rasgo común, la escucha al cuerpo, esto es, el desarrollo de una escucha que hemos ido olvidando en esta sociedad. Dolores desconocidos, contracturas musculares o inestabilidad emocional (por no decir, sorpresa-desconocimiento emocional) son las principales quejas de los occidentales de este siglo. La escucha de la mente racionalizada ha enmudecido a un cuerpo que no hace más que suplicar atención. 


ATENCIÓN. Éste es el rasgo fundamental de las “nuevas” terapias que hoy vienen a hacernos recuperar nuestro sentido vital y ajustar nuestras tendencias patológicas. Esta atención es entrenada por una práctica trascendental la Meditación. En este punto en el que el estudio de la mente humana se amplia a campos de conciencia inescrutables para la psicoterapia occidental, la meditación se dibuja como la técnica para alcanzar un self más estable y centrado. 


Sin embargo, es de vital importancia DISTINGUIR entre el uso de técnicas de meditación terapéutica y la práctica de la meditación zen en sí. 


La práctica de la meditación zen está desaconsejada para personas con impedimentos físicos y patologías emocionales que impliquen una disgregación del self. En referencia al primer aspecto, esto se debe a la exigencia postural de esta práctica, y en relación al segundo, la práctica de la meditación busca la unión del YO con el TODO, la fusión con la verdad. Este intento de llegada al NO YO, puede favorecer la disgregación de la conciencia si ésta no está bien estructurada (Villalba, ) Por este motivo, utilizamos las TÉCNICAS DE LA MEDITACIÓN TERAPÉUTICA. Con ellas, los pacientes con TLP (Trastorno Límite de la Personalidad) son instruidos a entrenar su atención hacia los elementos que por su patología son exacerbados, causándoles altos niveles de ansiedad, o bien pasados son elementos por alto que dificultan el disfrute de su día a día. 


El primer paso, consiste en entrenar la capacidad de observación. El hecho de observar los hechos, emociones y conductas, con la misma curiosidad e intensidad con al que observamos la primera clase de conducción, mucho antes de automatizar el acto. Así, el paciente puede ser consciente de sus pequeños automatismos, divididos en pequeñas tareas, los disfruta y los analiza de nuevo. Tras esta nueva forma de percibir la experiencia, se procede a describir los hechos y las respuestas individuales. Se insta a la retractación de la autoprofecía del pensamiento, éste es algo distinto al hecho. Se describe de forma separada tanto la experiencia como las sensaciones corporales y sentimientos que le acompañan y hasta ahora “empañan”. Por último, se entrena la capacidad de dejar fluir las cosas, en el sentido de participar sin esa autoconciencia que impide aceptar lo inherente del contexto, ajeno a nuestra capacidad de actuación. De esta manera se asume lo inmutable y se comienza a trabajar con lo mutable (Lineham, 2003)


Así, los pacientes TLP aprenderán cómo relativizar con la aceptación en las circunstancias adversas de su vida, evitando el dramatismo y la bipolaridad que les caracteriza. Lograrán aprender a observar sus automatismos para a partir de ellos reconstruir nuevas conductas y predecir las corrientes venideras de sus torrentes emocionales (Mirapeix, 2008).


Finalmente queda decir que si somos conscientes del día a día, del movimiento de cada gota en la ducha, ¿Cómo vamos a buscar sobre-estimulación en otras cosas? Vease cualquier conducta de riesgo. Una persona que SIENTE las actividades desde su verdad (experiencia) no necesitará crear nuevos artificios para sentirse vivo. Una persona que ACEPTA lo inmutable de la vida no sentirá frustración ante los eventos incontrolables. Una persona que OBSERVE su vida estará en constante evolución porque conocerá sus avances y sus tropiezos.

Escrito por Leticia, Psicologa


Bibliografia empleada


Lineham, M. (2003) Manual de tratamiento de los trastornos de personalidad límite. Barcelona: Paidós.
Mirapeix, C. (2008) Sección IV: Personalidad, control de impulsos y ritmos biológicos. MANUAL DE PSIQUIATRIA, Trastornos de la personalidad. Capitulo 24:
Villalba, D. Buscando las raíces del sufrimiento. Reflexiones par aun diálogo entre Budismo y Psicoterapias.

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